Hay tantos procedimientos para destilar el placer, que la oferta de cocteles hedonistas es prácticamente infinita.
El ingrediente que amarga todos y cada uno de los cocteles hedonistas, haciéndolos imposibles de tragar, es el jarabe de moralina.
A veces me da por pensar que la vida no es más que uno de esos chistes larguísimos, tediosos, exasperantes, que al final sólo dejan dos opciones: no entenderles ni madres o no encontrarles ninguna gracia, y generalmente ocurren ambas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario