Hace un par de décadas,
mi amigo Noel me contó una historia bien sabida entre la gente de Santa Leticia
y zonas aledañas. Se dice que sobre un puente centenario, tendido sobre un
arroyo que corre paralelo al camino hacia El Barreal, durante las noches sin
luna solía verse al Diablo bailando para festejar su dominio sobre aquellas tierras.
Los
habitantes de las casas cercanas al puente, preocupados por su bienestar
espiritual, construyeron un nicho sobre el puente, colocaron en él la imagen
del Sagrado Corazón de Jesús y todos volvieron a dormir tranquilos.
Algunas
noches, cuando la luna está ausente, desde la ventana de mi habitación que da
hacia aquella parte del camino alcanzo a escuchar carcajadas estentóreas que
provienen de aquel centenario puente y rasgan como saetas la densa neblina.
A la
mañana siguiente, muy temprano, cuando paso por aquel camino hacia Santa
Leticia, me detengo a contemplar a la distancia la imagen del Sagrado Corazón
bañada con una espesa mucosidad.